En otros sueños nos encontramos en acciones desesperadas:
las puertas se cierran rápidamente para nunca abrirse; los trenes parten
mientras hacemos angustiosos esfuerzos por alcanzarlos; intentamos correr, pero
nuestras piernas no responden. Poco después, el sueño desagradable se convierte
en una pesadilla, de la que la víctima despierta aterrorizada, temblando y
empapada en sudor.
El psicoanalista Sigmund Freud, quien nos legó el primer
estudio comprensible, los sueños, creía que algunos son una especie de deseo
contenido, íntimamente relacionado con las profundas reacciones emocionales de
la infancia. Los sueños revelan sentimientos y pensamientos reprimidos,
usualmente en forma disfrazada.
Hoy día, muchos psicólogos afirman que los
sueños son una extensión de la ciencia diurna, un proceso en el que confrontamos
ideas, sentimientos e impresiones mentales que adquirimos de diversas fuentes,
durante las horas en que estamos despiertos. Sucesos extraños e inexplicables se
presentan en los sueños porque la mente consciente y alerta del día permanece
dormida: las acciones que la mente consciente controlaría en las horas de
vigilia quedan en libertad.
Algunas pesadillas, experimentadas una vez o más en un
año por casi la mitad de la gente, pueden tener sus raíces en la infancia y son
muy vagas. Otras son producto de experiencias reales y traumáticas en las que
interviene el sujeto, como un accidente automovilístico, un incendio o la muerte
de algún pariente cercano. Los estudios muestran que ciertos tipos de
personalidad, en particular quienes llevan a cabo un trabajo creativo, son más
propensos a padecer pesadillas.
Estudios hechos con electroencefalografía han dividido el
sueño en fases. Al registrar con este método los impulsos eléctricos del
cerebro, sabemos que Ios sueños ocurren durante periodos en que hay movimientos
oculares rápidos (MOR), unas cuatro o cinco veces durante la noche y con una
posible duración de 20 minutos cada uno.
Durante el MOR, el cerebro tiene
una actividad desmesurada. La gente que se despierta en esta fase, suele
informar de sueños muy reales, recordándolos en detalle. Esto puede explicar por
qué recordamos algunos sueños y otros no. Los sueños que recordamos
probablemente suceden en una fase MOR próxima a la hora de despertar.
Los
bebés tienen más fases de sueño MOR, lo mismo que las personas que han sufrido
alguna lesión en la cabeza. Los científicos dicen que ello puede indicar que el
sueño MOR desempeña un papel preponderante para promover la actividad cerebral.
En los primeros años de vida, las impresiones que recibe un bebé, registradas en
el sueño MOR, quizá determinen los patrones que habrán de definir su
personalidad.
Al registrar la actividad cerebral durante el sueño, algunos
investigadores creen poder ubicar el sitio exacto de la mente o "psique". La
localizan dentro del sistema límbico, el cual está situado en un semicírculo a
mitad del cerebro. Afirman que esta región actúa como la oficina ejecutiva del
cerebro y decide qué sucesos han de archivarse en la memoria y cuáles deberán
ser olvidados. El proceso del sueño, sugieren, es esencial para que estas
estructuras dentro del cerebro funcionen adecuadamente.
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